domingo, 11 de octubre de 2015

Soy cobarde.

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Odio los cuentos de hadas por que solo mostraban que las cosas siempre acababan bien. Odio, con todas mis fuerzas, a la persona que veo en el espejo ahora mismo. Odio ser tan callada, y a la vez tan habladora. Odio haber aguantado cosas que no debería y haber dado la cara cuando ya era tarde. Odio ser cobarde.

Odio ser tan perezosa, pierdo mucho tiempo simplemente mirando como este pasa. Odio intentar mostrar una cosa que no soy, por que no soy lo que los demás ven. Odio la lluvia en las frías noches por que solo me hace sentir más asustada. Por que de nuevo soy una cobarde.

Odio soñar tanto y no darme cuenta de la realidad, que esta justo frente de mi. Odio dormir tantas horas en busca de ese sueño que alguna vez tuve. Odio tener tantos vicios que solo me hacen mal. Odio ser tan infantil a veces, pues en mi niña interior escondo mis miedos, por que de nuevo soy cobarde, y no quiero mostrarme débil ante nadie.

Odio explicar algo que ni yo misma comprendo. Odio pasarme horas pensando en que está mal y que está bien y en donde fallé. Odio no gritar en voz alta. Odio caminar con la cabeza agachada. Odio sentirme inferior todo el rato. Odio la oscuridad, allí se esconden ellos, y a ellos les tengo miedo, y les tengo miedo por que soy cobarde. 

Soy cobarde. Soy cobarde por que le temo a los finales tristes que los cuentos de hadas no muestran, soy cobarde, por que nunca he dado la cara y siempre me he escondido detrás de una máscara. Soy cobarde; por que he querido tanto algo, que me he perdido y no he tratado de verdad conseguirlo. Soy cobarde por no mirar de frente y mirar siempre al suelo. 
Soy cobarde, joder, soy cobarde.

miércoles, 19 de agosto de 2015

The Sky's still blue

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Hay veces que la caída es tan dura y te hace tantas heridas que levantarte del suelo parece imposible. Imposible por que te duele, por que  te avergüenzas, por que todos te señalan y comentan.
Y tu opción será siempre quedarte allí parado, buscando el momento en el que dejen de mirar para salir corriendo, mientras una palabra aparece en tu mente 'aguanta'.
Entonces buscas ayuda, ayuda que no encuentras, no encuentras esas manos que te recogían de la caída, y solo eres capaz de preguntarte; '¿dónde han ido?'. Esperas a que dejen de señalarte y te levantas, solo, sacando fuerzas de donde no las tienes.
Y huyes, haces como si nada hubiese pasado, como si nunca hubieses caído, como si ahora que te has levantado no doliesen las heridas, las cuales siguen abiertas.
Te olvidas de todo, intentas ser ajeno a lo que ocurre a tu alrededor, aunque eres bastante consciente de todo lo que pasa, que esos que no te dieron la mano ahora te lloran su caída. Estúpido ¿no? Cuando te necesitan te lloran y cuando los necesitas se evaporan.
Acabas gritando, gritando que el mundo se parece. Es en ese momento en el que eres tú el que se para, el que echa un vistazo al rededor, y ves que el mundo no es tan grande como parece ni tu tan pequeño como crees. Comienzas a echar todo lo que guardabas dentro en irónicas carcajadas. Y mientras, de las nubes grises, asoma un rayo de sol.
Y lo entiendes.
El cielo seguirá siendo azul tras las nubes grises.

sábado, 1 de agosto de 2015

Shadows.

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Todo está oscuro, nada más que puedo ver la figura de los objetos lo que me permite esquivarlos mientras corro. Me están persiguiendo, lo sé, aunque no veo a nadie, sé que hay alguien detrás mía. Intento ir lo más rápido posible, maldiciéndome por no haber hecho ejercicio cuando debía o no haber dejado el tabaco cuando tuve oportunidad. Jadeo. Escucho los pasos detrás de mí.
Intento no perder la mirada del frente, pero no puedo evitar mirar atrás para saber qué es lo que me persigue, aunque por más que mire, no veo a nada, solo lo escucho.

Entonces me paro en seco, tomando aire, jadeando. ¿Y si es solo mi imaginación? Son tan reales los pasos que escucho que no puedo evitar sentir miedo. Y cada vez los escucho más cerca, por lo que decido echar a correr de nuevo.

Por fin veo el final de este triste callejón, por fin puedo ver una calle en la que hay bastante gente, intento apretar, pero no puedo correr más rápido de lo que ya corro. Giro hacia la izquierda de forma rápida, y aprovecho para echar un vistazo hacia la calle. Entonces lo veo. La figura de una persona, la cual no se da por vencida aunque esté rodeada de personas en la calle.

Por lo que vuelvo a correr, intentando sacar las fuerzas de donde no las tengo, intentando llegar a casa, o al menos, a algún sitio seguro. Mi mala suerte me hace tropezar y caer al suelo. Tardo unos segundos en poder reaccionar, y en esos segundos veo esa figura humana más cerca, y es extraño, por que aunque estoy en una calle iluminada sigue viéndose como si fuese una sombra de aquel callejón. 
Levanto del suelo tratando de sacudirme, cogiendo una bocanada de aire, y con algún gesto de dolor. Mirando hacia detrás, echo a correr, y no tardo mucho en chocarme con alguien de la calle, entonces me fijo en su cara, no tiene rostro, ninguna de las personas que están a mi al rededor tienen rostro, y en ese momento es cuando esas figuras extrañas me comienzan a señalar.

Lo peor es que esa figura cada vez está más cerca. Tirado en el suelo, mirando la situación tan espeluznante que hay a mi al rededor, y viendo como esa figura se acerca a mi, solo grito, hasta sentir como se me desgarra la garganta.
Es entonces cuando lo único que me queda es dejarme comer por las sombras.

martes, 19 de mayo de 2015

Hall of fame.

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Ordenar mis pensamientos fuera del ruido que la gente crea a mi alrededor. Pero para estar fuera de este ruido, he de esperar tiempo. Tiempo que se hace necesario en mi, tiempo que veo que estoy malgastando a pesar de que sé que no me queda otra.

Miro al futuro con esperanzas de cumplir mis expectativas, de que sea tal y como siempre lo he imaginado, pero cuando miro hacia el pasado no puedo evitar que una expresión de tristeza se dibuje  en mi rostro.

Estoy en un punto dde mi vida en el que todo se intensifica, en la que hagas la que hagas todos estarán ahí, esperando para juzgarle. Así que tendré que prepararme para pasar por el pasillo de la fama, en la que unos tantos se quedan estancados deseando haber cumplido sus sueños, y otros saltan al escenario.

Da miedo pasar por ahí, pues de aquí depende mi futuro. Podría tropezarme mil veces, pero lo bueno del pasillo de la fama es que hay más oportunidades, solo tienes que fijarte, y así saltar al escenario.

Mil veces me cuestiono, entre tanto ruido, entre tantos pensamientos, donde estará mi lugar, si en el pasillo de la fama, o en el escenario. Quizás por ello siento tanto miedo, tanta presión. Quizás por ello mi mente está llena de pensamientos contradictorios.

Pero, si he de ser sincera, solo estoy segura de una cosa, no me quedaré en el pasillo de la fama.

''Y a que tu y yo, solo quedamos los buenos''

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Cuando quise darme cuenta, todo había cambiado. Incluso lo más pequeño. Pasó todo tan rápido que que no me di cuenta, simplemente un día vi que todo había cambiado.

Y ahora estoy aquí, frente a él, bajo de la luz de una pequeña farola que apenas alumbra, mientras esta pequeña brisa que avisa sobre la llegada del verano me golpea en la cara.
Recuerdo la última vez que nos vimos, aquella que nos dimos por vencidos, que mostramos nuestras banderas blanca pidiendo paz, y que quedó en una simple despedida, pensando que al día siguiente nos volveriamos a ver, pero realmente ninguno tenía la fuerza necesaria para ver al otro. Recuerdo su expresión triste, mientras la mía se mantenía fría.

Han pasado tantas cosas desde entonces, y él está tan diferente. Su pelo ahora es mas largo, son pequeños rizos que se unen en uno que cae sobre su frente con una pequeña gracia. Sus grandes ojos celestes siguen acompañados de esas largas pestañas, y cuando sonríe mostrando sus perfilados dientes blancos se le forman unos hoyuelos sobre las mejillas que le dan esos rasgos infantiles que siempre ha tenido, pero  ahora incluso de una manera u otra, su expresión es algo más adulta de cuando lo conocí.
Ha crecido, se ha vuelto realmente alto, y ha dejado de vestir con ropas anchas, aunque las camisetas que usa siguen siendo de una talla más que la suya. Podría decir que está más fuerte y algo más delgado. Sí, definitivamente ha cambiado, menos su mirada, que sigue siendo la de un niño que trata de comprender el mundo.

Pasan unos minutos hasta que no de los dos dice algo. Y ahí voy yo, diciendo lo más estúpido que se me puede ocurrir decir a una persona que hice daño y desde entonces no lo volví a ver.
-Hace calor ¿Eh? Bueno, para ser de noche, me refiero.

Su expresión cambia de seriedad a diversión, incluso suelta alguna que otra carcajada.
-Sigues siendo igual de subnormal.
-¡Oye! -Respondo tratando de hacer como que estoy molesta, aunque no me siento así.
Me alegro de encontrarmelo después de tanto tiempo, me alegro de que parezca que está bien, pero a la vez no puedo evitar sentir esa culpabilidad por aquellos malditos días. ¿Como pude hacer daño a una persona que era tanto para mi? No tuve una pizca de sentimiento con el, solo por que fui una estúpida.

El silencio se vuelve a apoderar de nosotros. Me mira como yo le miro a él, sin saber que decir ninguno de los dos. Aunque es cierto que le quiero decir tantas cosas, quiero pedirle disculpas, que volvamos a ser amigos como en aquella época.
Tantas cosas son las que quiero decir que no soy capaz de ordenar mis pensamientos.

Él mira la hora, suspira y vuelve la mirada a mi.
-He de irme. Espero verte pronto.

Y una vez más lo vuelvo a dejar ir. Desaparecer entre la multitud, mientras yo por dentro maldigo no tener el coraje suficiente para decirle todas esas cosas que he ensayado mil veces en mi cabeza que le diría si le volvía a ver.
Solo me queda preguntarme; ¿Volverá a aparecer?